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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

EL DESENCANTO Y EL CHOCOLATE

EL DESENCANTO Y EL CHOCOLATE

Pues sí, Marichu, ya sabes aquello que dicen por ahí: "a grandes males, grandes remedios" y yo digo: "a pequeños desencantos, cotidianos placeres"... que una ya no está en edad de ir perdiendo días,  ni siquiera horas, en lamentar lo que es imposible y, además, no puede ser. Ayer me llevé una desilusión de esas de mínimas dimensiones; un pequeño pinzamiento en la fe que, de vez en cuando, deposito en mis versos; un rasguño en el débil ego de mi alma infantil. La vida tiene estas cosas y dedicarse al modelaje del vacío es un riesgo al que uno acaba acostumbrándose con el paso de los años. Por suerte llevo tantos remiendos en la esperanza que, uno más, tampoco va a acabar con mi afán de dilatarme sílaba a sílaba. Yo sé que nunca va a ser mía la eternidad, no voy a ser de las que aparecen en las antologías literarias de la historia, ni siquiera marcaré un hito en la anarquía de las estrofas, ¿qué le vamos a hacer?... una ha nacido proletaria hasta para la imaginación... Es verdad, Marichu, que yo no necesitaría de premios ni trofeos varios si a estas alturas llegara a fin de mes sin agobios, si esa recompensa "lírica-artística-espiritual" no fuera acompañada de una, pingüe, valoración material con sus euros contantes y sonantes que me permitieran seguir pagando mi hipoteca como Dios o Satán manda. Ahí es donde entra la tristeza, el desencanto, verme los bolsillos vacíos, mes a mes sin otra cosa que llevarme al folio que una desazón de apáticas labores sin futuro. Menos mal, querida amiga, que siempre nos quedará el chocolate. A estas alturas, celulítica perdida, me es indistinto que sea con leche o almendras, a la taza o en pastilla, hirviendo o en helado, de La Vila Joiosa o del mismo Colombia... que una no está para ir con remilgos en las cosas del placer y eso, sí, que no hay tribunal literario que me lo juzgue.

3 comentarios

Damián -

Querida amiga, el reconocimientos que cuenta es el de aquellos que te quieren y que aman tu manera de contarnos, por ejemplo, como un híbrido intento de mujer muere calzando un 43.
Sucede que en la mayoría de las ocasiones el premio literario no es para el escritor, sino para el lector.
Eso es tu literatura, un constante premio literario para tus lectores, para todos nosotros que sentimos erizada nuestra piel cuando fijamos nuestras pupilas en el papel inpregnado con tu esencia.
No podrán contigo.
Te quiero un huevo!!!!!!!!!!!!

Vicente -

Es que resulta que el alcalde tiene un hijo que un día se puso y escribió un libro de poemas que su primo de la capital se lo llevó a un amigo que tenía un perro que se llamaba Rilke y gafas de pasta y era jurado en un tribunal de poetas contra la pared de la hipoteca y como el alcalde le dijo que era su hijo pues dijo, lo voto a él, fijo. Y así vamos, querida Sacra, saltando por encima de los escombros de la miseria humana.
Por la eternidad no te preocupes, basta con sobrevivir a la vida como lo haces: escribiendo tan bien.
Te quiero en tu escritura, con o sin rima, riendo de lo que duele como en este caso. La vida.

Bego -

Ay, esos tribunales literarios compuestos, muchas veces, por el alcalde del pueblo, el concejal de no sé qué y el primo de no sé cuántos... ¡Qué sabrán ellos de lirismos! Pobres...
Que se metan sus poderosos juicios por el CULO.
Uy, perdona Marichu, que me caliento y se me olvida que hay que ser un poco fina...
Pues eso, que me paso yo ese resultado por el arco de triunfo, mientras me como media pastilla de chocolate, para no ser menos, y te leo como cada mañana, porque para mí seguirás siendo la proletaria con más talento literario que hay en muchas leguas a la redonda.