HONDURA
A veces el destino nos deja una sombra de beso marchito
en los acostumbrados labios del desaliento,
en los aletargados miembros del infortunio
que anhelan la caricia, el tiempo eterno
de aquello que sólo el azar firma con su nombre.
¡Es tan fácil perderse en el llanto!
Para el corazón se hicieron las heridas más hondas
y para el alma del hombre
el silencio infinito, el perdón y el pecado.
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