Maripiti... que ya mismo abro telón y tienes que llevar puesta tu corona de margarita... Bienvenidas autoridades, las que se hayan honrado en venir... Que me da igual que ya mismo cumplas los sesenta que o me subes la voz o te hago la traqueotomía, aquí mismo, con una cucharilla de café... Se me pongan en fila y en profundo silencio... los gusanitos son para luego y el que no baile no tiene gominolas... El estómago sirve para algo más que para engullir patatas... inspiración... respiración... Como toques otra vez el telón te dejo sin aplausos... Un poco de orden, por favor... la cortesía ¿cuánto dura?... Lo siento pero los padres no pueden entrar, con siete años saben vestirse solos aunque nos parezca imposible... Otra vez se te ha vuelto olvidar poner el acento andaluz... pero, chica, si has nacido en La Mancha, deja que la palabra fluya con su propia naturaleza vital... Entre este baile y el otro ¿tengo que hablar mucho, mira que a estas edades la salivación es un proceso casi de refuerzo vital... Miramos al frente... sonreímos y... uno... dos... ¡¡hala, a tomar el fresco la coreografía!!... Saludamos de forma ordenada... tú con tu marido... ¡¡¡el legítimo no... el de la obra!!... Nene, tráeme otra cerveza que me voy a suicidar con una sobredosis de cebada gaseosa...
Y así, después de casi un año de escribir, remodelar, ensayar y preparar tres espectáculos... aguantar dudas, llantos, mocos y algún que otro gesto de díscola rebeldía he finalizado... ¡¡POR FÍN!! lo que ha resultado ser el fin de semana más frenético de mi vida profesional. El jueves empezamos salvando la naturaleza con los más pequeños del cole, el viernes presentando el espectáculo de batuka en el Castelar de Elda y el sábado el estreno de la obra de teatro "Los conejos", de Arniches, que he dirigido para la escuela de adultos. Los tres espectáculos han sido un triunfo (a pesar de mi influencia)...
Ahora quiero dormir... dormir como duermen los niños cuando acaban de mamar... con esa placidez especial que les hace enhebrar sueños imposibles o inalcanzables, para esperar que mañana sea otro de esos días inolvidables en los que seguimos sembrando margaritas en las plazuelas de las piaras.
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