No vamos a negarlo: a estas alturas a todo el mundo nos gusta que nos digan lo guapos y altos que somos, lo sabrosas que no salen las paellas el domingo y lo estupendamente válidos que aparentamos ser en las fotos de la oficina, aunque, en la mayoría de los casos, sea mentira o sólo un modo de edulcorarnos la existencia. La verdad, en cualquier caso, no siempre tiene que venir acompañada de la cruda, y a veces tensa, realidad. Yo, a falta de cintura de avispa, dosis para el arroz y una nómina de cotización saludable me dediqué a la poesía, sobre todo porque, aunque detesto las mentiras y las adulaciones huecas, sí soy, como cualquier mortal, presa de una enconada vanidad que me hace elevarme, de vez en cuando, desde el lodo de los días grises. Es por ello que mi vida laboral va tanto igual que los días de primavera: hoy cae una lluvia lívida como un manto de luz, mañana el sol nos achicharra las neuronas o pasado debemos desenterrar el abrigo para no congelarnos la esperanza. Y este fin de semana, gracias a uno de los poetas que me resultaban más soporíferos de mi infancia (con el tiempo me he dado cuenta que la poesía y la infancia no siempre son buenas aliadas), he conseguido añadir una línea más a mi currículum, vamos que me he traído el premio de poesía de las VI Jornadas Manriqueñas de Segura de la Sierra. Premio segundo que resultó ser único pues el primero quedó desierto (lo cual confirma que la poesía y las matemáticas tampoco son, a menudo, buenas aliadas). Sea como sea yo fui aclamada, aplaudida y elevada a la altura de los grandes y más meritorios (sobre todo porque este maravilloso pueblo está ubicado en las propias nubes que circulan por Jaén); también es cierto que, amén de la inapelable decisión del jurado, allí gran parte de la gente a la que amo: mi sango-santo compañero, mi hija, mis amigos… que, más allá de mi propia incredulidad, me aportan energía suficiente para no desvanecerme entre las rimas inútiles. Eso sí, tuve que recoger el premio “vestidica” de señora medieval… pero eso ya lo contaré otro día.