LLORAR PARA VIVIR
Como quien reza un avemaría, salta de la cama con el pie derecho o besa un retrato maltrecho con el moho de la distancia; yo amanezco llorando, con esa sensata fortaleza de la luz efímera.
Me libero del útero de las sábanas mientras un zumbador aullido de catástrofes vespertinas, me pone al día de las hambres y las guerras, de los huracanes y las crisis, de los intermitentes gozos que nos venden humo sobre volutas de olvido.
Lloro porque es miércoles, o quizás no lo sea; porque apenas percibo el olor de la lluvia; porque el hambre sigue acechando sobre las esquinas donde el cartón se acicala con palaciega premura. Lloro porque mi vecino llora: el del piso de enfrente, el de la frontera de al lado, el del olvidado continente... Y llorándoles a ellos, me lloro a mí misma con la urgencia devastadora de los días innombrables.
Después, como quien se desviste del pijama y de las pesadillas, miro hacia el íntimo despertar del nuevo día. Me acicalo la voz, me peino la esperanza y derramo bálsamo de aceitunas azules sobre el inmenso deseo por seguir volando. Aún es pronto para darse por vencida y demasiado tarde para desabrigarse de los versos.
Y así empiezo cada día, eternamente, desde aquel mayo que asomé a la luz del mundo lleno de penumbras.
5 comentarios
Pilar -
Pilar Contreras
Sacra -
Os quiero...guapas mías.
rosa jimena -
Gracias por tus lágrimas mi querida Sacra, que nos hacen recordar lo que a veces se olvida.
Un abrazo y mi corazón siempre cerca.
fatima -
angelitapapafrita -
Besitos a la pequeñaja y al grandullón.