NANA PARA UN PADRE RECIÉN DORMIDO
a Arturo Santos
Es la hora de dormir sin relojes, sin la pausa pertinente del olvido prematuro, sin la sed milenaria que abre las cancelas y devora los pozos de la ingeniosa cordura. Es el segundo de ensimismarse en el vacío, desenredar la maraña de los brazos ausentes, para dejarse invadir por la ausencia que flota sobre los alambiques de la esperanza. Quedamente disciplinado, azul y transparente, silencioso sobre un batir de lluvia recién estrenada a la primavera de los ciegos, buscando la ignota raíz donde reposan los huesos de las caóticas orugas.
Te duermes como quien espera despertar ventanas tras los muros del llanto, como quien ansía siglos de paces venideras, como quien retoma los pestillos de los portones blindados por la herida que anuncia hogueras y tormentas.
Y así nos quedamos, meciéndote en la cuna de hojarasca y sémola que tejió el invierno sobre sus desalentados balcones, cantándote para que nos cantes con la vehemencia frutal de los ángeles nunca idos. Porque tú sabes que, a pesar de todo, siempre hay un mañana para el pie que camina.
2 comentarios
Sacra -
Besos inmenos.
Ma O -