EPISTOLARIO INTIMO
A Pily González
Amiga querida, dos puntos,
recuérdame que hoy te diga, con el acento justo y la voluntad precisa,
que tras esas nubes de hadas inventadas, el mundo viene inyectando soledades
en la insípida memoria de los algodones.
Vivir en un valle te protege de algunas tempestades altivas
y una siempre puede aspirar a escalar las cimas ancestrales de los olivos,
los oráculos cambian, como las tristezas, según desde donde sople el viento y la memoria.
Recuérdame, también, por si me olvido de recordar,
que hoy sigue amaneciendo esperanza... pese a todo,
que hoy sigue amaneciendo lucha... pese a todo,
que hoy sigue amaneciendo amor, pese a todo los desenamorados del mundo,
pese a todos los mundanamente heridos por la lanza de la tristeza.
Te escribo porque así, yo misma, me hablo con el eco permeable de los dioses
que, por mucho que conozcan la utilidad de los enigmas, todavía desconocen la luz del misterio.
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