Y ahora llegan las preguntas a desmontarlo todo
como si el amor fuera un andamio
y tu corazón la página en blanco de un arquitecto novato.
Yo, mientras tanto, sigo echando cemento
hasta que la burbuja inmobiliaria me lance al paro definitivamente o,
por el contrario, me nombren concejala de derribos y derroches
para así, de una vez por todas, solucionar tanta duda persistente.
Retén en la memoria este segundo.
Mañana es tarde
o demasiado pronto.
(El después no existe)
¿Y ahora qué hago yo con esta desesperanza...
con este desaliento...
con este desencanto que hace crecer olvidos prematuros sobre la sed del silencio?...
¿Y ahora qué hago yo?...
Y, mientras tanto, ¿qué hace el mundo?...
y, más allá de cualquier excusa:
...¿qué haces tú?...
Nos vamos a la feria medieval de Pontones,
prometemos librarnos de aquelarres y garrotes
y que el presente nos juzgue con la benevolencia de las pasiones.
Tenía la memoria justa para un saludo
y un adiós sin despedida.
Por eso, cuando le vino a buscar la muerte
no sabía si se la llevaba o acaso la renacía.
Nada es importante
pero todo es necesario.
Es como relativizar el tránsito del oxígeno
por los pulmones encharcados de rutina.
Respirar no es importante...
pero es necesario.
Curiosamente, a menudo,
me siento más viva en los sepelios
que en los bautizos.
Los besos nunca se pierden
lo que se pierde es la alegría de no darlos.
El mejor poema empieza siempre
con una palabra,
sólo hay que encontrarla...
Y mientras tanto...
una luz limpísima migrando desde los bordes de la memoria como si el tiempo fuera una bombilla inundada de luciérnagas enamoradas.
Afuera el mundo arde en columnas de encuestas imprecisas y porcentajes ruidosos como un llanto de expropiaciones inmobiliarias.
Creo que por fin el Apocalipsis está cerca. San Juan viene con cara de demócrata confeso.
A veces hay que elevar el pensamiento
hasta el más profundo de los pozos.
Si no defiendo mi patria,
que es mi alma,
¿qué me queda?
Habrá que ir pensando la manera
de desintoxicarse de la melancolía.
Me gusta amanecer en mi casa,
en mi cama,
con el olor de mis sueños.
Y el tiempo va como recorriendo estancias azules
en la clarividencia de los espejos rotos,
muertos vivientes para la sed temprana de la alegoría.