EL SILENCIO...
El silencio ensordece levemente
esta estancia desde donde te desnudas a la vida.
Con pausada arrogancia
se desploma a tus pies cada velo que te oculta,
cada estático muro que te sepulta hacia el dolor.
Contoneas la cintura invisible.
La luz sigue apagada.
Sólo un rumor de muslos en penumbra
se desliza por el terciopelo del vacío,
sólo un minúsculo crujir de sangre
transitando con dulzura, por las venas del sueño.
Voy hacia ti
sin pasaporte, sin equipaje, sin voz...
descendiéndote, ocultándome.
He perdido el miedo a la profundidad del mar,
al cárnico holocausto de tus acantilados,
a la tormenta sempiterna de la vida.
Me he sentado a esperar la muerte
dentro de tus abrazos,
¡mágico suicidio de amor y luz!
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