NOCHE CERRADA
El amor se impregna de paradojas inocentes:
las manos que se buscan y se huyen,
los brazos que, excitados, caen al vacío de los huesos
y ruedan, invertebrados, como peces tropicales
en los glaciares del silencio
y otros brazos, los mismos que ansían
van reverberando el gozo de la primera luz.
Los ojos que se miran y se huyen,
se escapan entre dédalos de olvido
donde el hombre huye de su conciencia.
La piel, erizada en la primera espina,
azul y primigenia
de los deseos dormidos,
se enfrenta al valle silencioso
de la túnica mortecina del desencuentro.
Se buscan. Se desean.
Ignoran el latido y su constancia
y la eterna costumbre y esa prisa
de querer encarcelar un encuentro
en la eterna despedida de los muertos.
Se sueñan, se respiran sin palabras
y siempre están lejos,
y siempre están cerca
como si el mundo sólo fuera un pañuelo
de eternas lágrimas sin concebir.
Las manos, los brazos, los ojos, la piel...
el corazón lanza el mensaje,
el corazón lo recibe
pero ya es noche cerrada
para estas cosas del amor.
2 comentarios
Mª José -
se puede decir y expresar mejor?
Abrazos
Damián -
Te quiero un huevooooo!!!!!!!!