A REÍR QUE SON DOS DÍAS
Ya veras, Belencita, cuando pasen estas tormentas lo mucho que nos vamos a reír de nuestras lágrimas. Acabaremos navegando por ellas con la certeza infinita de haber conquistado nuevos paraísos, tierras frutales donde descansar de tanta lamentación absurda, de tanto pellizco divino que, disuelto en la propia duda del alumbramiento, nos conduce a parajes plenos donde enamorarnos del aire que nos habita. Sólo necesitamos el oxígeno para alimentar los pulmones y una caricia, de vez en cuando, como vianda para el alma. Los pobres nos conformamos con poco por eso seguimos siendo pobres hasta el final de nuestros días. La risa es gratis y es el mejor antídoto para esas tristezas que se ubican corazón adentro, enraizándose con recuerdos persistentes que ya no destilan esa fragancia a infancia cándida. La melancolía es un misterio para la sed humana, ocupa los cántaros, rebosa las fuentes y todo cuanto destilan sus cuencas es un acibar íntimo de caústicas desolaciones. Pero nosotras sabemos, Belencita, que tras esta hoja de calendario, gris e impredecible, viene una jornada festiva de descanso merecido, de atropelladas sonrisas en las cimas del encuentro, de abrazos multitudinarios en la conformidad de un presente cada vez más cercano a la experiencia. Si de algo estoy segura es de que seguimos siendo supervivientes de la lágrima como lo fuimos de la batalla de las termópilas, ¿te acuerdas?... el ser humano siempre remonta las desgracias a fuerza de alegría incontrolada.
2 comentarios
dani -
Delitos Líricos -
Salu2