EL VIENTO
Reconozco este viento que me lleva,
que me eleva la falda
y me despeina las retinas.
Este mismo que anda desenfundando farolas,
desenraizando balcones,
abriendo ventanas a la sed del olvido.
Reconozco este viento,
lleva mi nombre eclipsado
en los lagares de la mimética historia
como un alguacil enfadado con la promesa
de la libertad sin demoras.
Reconozco el viento de los pobres,
esta oleada que nos desviste de llanto,
el siroco fugaz, tempestad adentro,
que inmortaliza humanidades al desnudo.
A pesar de ausentarme, tantas veces, del paisaje
hoy vuelvo con los iris anegados de arena
para amarte así: libertina y febril como el viento.
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