RECONOCER TU NOMBRE
Para que yo reconozca tu nombre,
alambique desbordado de néctares agridulces,
tendrá que eclosionar la distancia
sobre un holocausto de íntimos atadeceres.
Aquel paraíso, con su soleada manzana,
con su pecado y su hambre,
con su valle de lágrimas sinuosamente pétreo,
desoladamente obtuso y profano.
Para que yo reconozca tu nombre
tendré que morir de nuevo,
agonicamente perfecta,
santificada en el silencio de los ataudes azules.
Tendré que encontrarte sentado a la diestra del hambriento,
a los pies del apaleado y perseguido,
lamiéndole la herida a esa mujer olvidada
en la violación del intento por respirar, un siglo más.
Para que yo reconozca tu nombre
tendrás que resucitarme, junto a Lázaro,
tendrás que perdonarme, perdonarme y amarme
como yo todavía no lo hago.
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manolo rubiales -