ESCULTURA CÁRNICA
Déjame esculpida así,
en el recodo de tus abrazos,
en la resaca lívida y amorosa
que transita el océano de tus manos,
el lumen urgente,
el placton original y cavernario.
Ya perdiendo el miedo al abismo,
al vacío crepuscular de los adioses,
al futuro, a la duda,
a la incógnita aquella que me expulsó
fuera del paraíso uterino,
de la caverna gelatinosa,
del vientre fecundo, níveo y maternal.
Déjame así, transformada en sal,
cristalina y pétrea,
amanecida,
inmortalizando este instante de amor
donde la nada nos muestra
el breve rostro de la felicidad.
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