MORIR ACASO
Hay días en los que se desciende
por los toboganes de la hipocresía.
Se nos ensancha la memoria del olvido
y el aliento febril de la inconsciencia
se aletarga en las pestañas cual pústulas benignas.
Entonces la vida se corona de preguntas,
interrogantes precisas que suenan al misterio
de los pasillos arcanos e un paraíso sin Edén.
Es así, ya nada sirve
excepto la ciencia de la muerte,
la aventajada masacre de un destino baldío
colgando de las inhóspitas sogas de la tristeza.
Morir, acaso desvanecerse en vida,
mezclándose entre el tumulto que yergue lápidas
en mitad de un ramo de olvido.
3 comentarios
manuel rubiales -
belita -
martin garrido -