ESCRIBIR, COMER... ACASO VIVIR
¡Ay, Marichonchi, que estoy consternada además de indignadamente meditabunda...! ¡que voy perdiendo facultades gramaticales y lírica culinaria!... ¡con lo que yo he sido!... que igual te hago un soneto con sofrito de cebolla que una paella, del Alicante profundo, rimada en asonante imperfecto con el marisco cazado en las montañas del Olimpo. La culpa debe ser de esta dualidad mía, este tener que combinar el placer con el deber, la lavadora baja en acentos y energía con un fragmento de "La vida es sueño" remojada en suavizante de Marsella... que es este lirismo calzado en zapatillas aguatinadas, en descosidas mangas con la diéresis trucada o perder la caja de botones azules donde dormita el diccionario. Que se me escapa la semántica por los pliegues de las cortinas y la ortografía, siempre díscola, anda enamorando sartenes en la descerebrada cocina. ¡Ay Marichonchi! que ya no sé si me repiten las manzanas o las metáforas me dan gastroenteritis, que recién paso el plumero por los versos de Machado me toca subrayar las fresas para el postre del epílogo... que a mi niña le peino la memoria tras prepararle una merienda de Gloria Fuertes rebozada. ¿Tú crees, Marichonchi, que ya estoy profundamente enferma?... ¿y si me ha atacado el cáncer de la copla quebrada?... ¿y si acaso padezco de úlceras al dente o acné recién macerado entre la lejía y un terceto sin rima?... que estar al borde del colapso emocional siempre me conduce a mezclar almendras con sinalefas, a rustir acrósticos con el ajo bien picado, a hervir los repollos y las coles entre un salteado de interrogaciones y comillas. ¡Ay, Marichonchi! que mira que yo me conozco y que ya empiezo a preocuparme cuando, de repente, me descubro sólo merendando puntos suspensivos...
1 comentario
Clarisa -