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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

DESCORAZONADA

DESCORAZONADA

Yo no quisiera desarraigarme así, tan descorazonada, me he prometido que voy a ser más moderada de pensamiento, palabra y obra y a ver si ya me voy ganando un hueco en los palaciegos rincones del perfecto paraíso,que una ya va cumpliendo años y las canas se le asoman y los años se le agolpan en almanaques miméticos con los festivos borrados de tanto desearlos. Llegado a este momento me he prometido ser más paciente en la creación, menos impulsiva en el abrazo y moderadamente permisiva en el latido y la zozobra. Vamos que, voy a ver si me hago un lifting de las pasiones varias y me injerto colágeno entre la alegría y la desgana por la risa. Tanto es así que, seguramente, tendré que cambiarme de nombre como lo hago con el color del pelo cada vez que el bolsillo me lo permite. Y es que hay momentos en los que una se cansa de ser como es, de amar como ama, de pensar como piensa y de ir, siempre, eternamente, contra corriente. Yo creía que había nacido mujer pero, resulta que con el tiempo, me he dado cuenta que nací salmón y todavía no he terminado de acostumbrarme a mis numerosas espinas ni a los vivaces anzuelos que me ofrecen los oropeles de la hiel entre salvaciones eternas. Debe ser esta humedad de inclementes paisajes, estos orillados enigmas que a menudo se esconden tras las ruinas del dinero, esta sed de bucólicas soledades que me persigue en su eternidad de grisáceas auroras y esperanzadores abismos. Es este tiempo de neuróticas indecisiones, de carismáticas mentiras, de glorificados altares sobre vellocinos de hojalata... Es este tiempo sin nombre, sin historia, sin fe y sin infancia... Es este tiempo y este yo que no se permite cerrar los ojos a pesar de tanta lágrima.

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