EL VERANO, EL INFIERNO O AMBAS COSAS A LA VEZ
Los meteorólogos dirán lo que quieran, Marisolete, pero esto del verano no es nada sano ni para la mente, ni para el mismo cuerpo con sus células revenidas hacia el interior de la cueva sanguínea que proyecta la sombra misma del hígado y sus adyacentes. Vivir el estío, o mejor dicho, desvivir el estío es entrar en el horno profundo del sistema solar en toda su plenitud de volcanes eructando brasas incandescentes. Por más que una lo intenta, las piscinas se empequeñecen entre tanta cabeza de niño insolente, entre tanto bikini descubriendo michelines con aroma a cerveza y olivas rellenas sin anchoa. Se ha borrado la arena de las playas con tanta raya descorazonada de las sombrillas raídas por los años y la crisis, por tantas chanclas infames diseñadas por un whisky con sabor a lejía. Sólo los ricos, Marisolete, bronceándose en la cubierta de su yate alquilado, jugando a ser hombres con sus penes hambrientos de vida, se atreven a afirmar que el verano es el único lujo que merecen los pobres. Es la ley de calendario, la perpetuidad de la tétrica apatía veraniega, el solaz paraíso del caos que se aglutina en los chiringuitos mientras se escucha a Georgie Dann reventando los tímpanos de la decencia. Sé que también para mí habrá un infierno, sólo espero que me toque en Groenlandia.
5 comentarios
Sacra -
Isabel, me he embarcado en la nave de tu reina, nuevamente...¡¡ay, amiga, la brisa que me acompaña sabe a esperanza siempre!
Besos grandes...
isabelbarcelo -
Camino -
Sacra -
Besazos, guapa.
noah -
Un abrazo, como siempre, lleno de admiracion.