RESURRECCIONES COTIDIANAS
Todos los días vivimos pequeñas resurrecciones, aunque a veces no lo parezca, porque todos los días se padecen mínimas o grandes muertes, aunque el día no se vista, especialmente, de duelo. La esperanza es frágil y se quiebra con cualquier envite del destino. Por eso, este barro que nos habita es una porcelana frágil llena de grietas y de edades valdías por donde, a menudo, se escapa el desánimo. ¿Qué nos hace diferentes al resto de animales vivos que habitan la Tierra?... quizás sólo sea el deseo de lo imposible, la eternidad del abrazo en la oscuridad de esos andenes vacíos, sin pañuelos en las lágrimas. Añoramos habitar un paraíso que nunca fue nuestro, abrir la puerta a una paz que no nos pertenece porque fuimos creados para el caos de los sentidos, para la soledad de la duda infinita y para andar, tímidamente, entre los alambiques del olvido.
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