OCURRENCIAS
A Virginia González
Se nos acaba de ocurrir la idea perfecta
para soñarnos despacio en el tumulto del silencio,
en la oquedad profana, tétrica y profunda,
de una sonrisa abismal que inventan las hadas precisas
esas que vuelan en el mediodía de las cortinas de encaje.
Se nos acaba de ocurrir la forma de amar al prójimo
sin pecado ni cercanía,
así como de soslayo y de reojo,
como si andáramos haciendo cabriolas con la utopía,
la misma que nos reinventa en los atardeceres azules
de un Madrid encontrado al ras de la esperanza.
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Bego -