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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

RESACA POSTBODA

RESACA POSTBODA

Ay, Damián, esto es, precisamente, lo que menos me gusta de las bodas: el día después, esta descomposición muscular, este vaivén de neuronas entumecidas, esta vaguedad imprecisa de recuerdos recientes y olvidos pausados e incoherentes. Esta pasta en la garganta como de cemento de diseño, mitad suflé de marisco en los entrantes y cloro de piscina en los salientes. Y tanto hablar confidencias que a nadie le importa, intentando salvar planetas en galaxias remotísimas, exaltando la patria intocable de la amistad ilimitada, como si eso fuera patrimonio único de la debilidad ebria que se asoma en los postres. Para cuando una se quiere dar cuenta, ya es inevitable el descenso al infecto averno y se descubre, a si misma, bailando el pasodoble aquel que repudió por principios morales y vergüenzas históricas... ¡Cuántas cosas se quedan latiendo en las servilletas plegadas en forma de abanico uniforme!... ¡Cuántos proyectos, tan hermosos como fugaces, se quedan flotando en la salsa amorfa de un cordero con sabor a pescadilla refrita!... ¡Cuántas palabras iluminando salones de amplios encuentros donde perderse es lo más fácil y encontrarse, la misión imposible del día!... Yo no sé si a ti te pasa esto hoy pero a mí me sucede que tengo, a pesar de la rotunda desertización imaginativa, un regusto sorpresivo de vida, todavía, por estrenar; es como si me sorprendiera a mí misma con la esperanza ingenua de una fe firme y duradera, como si hubiera retomado, por lo pelos, un mundo que ha sido mío siempre y que yo he olvidado demasiado pronto... Ay, Damián, por esto es por lo que una vive, lo demás, ya lo conoces: especulaciones cardiacas, hambrunas espirituales, heces administrativas, infartos financieros entre pulmones encharcados de responsabilidades divinas... ruedas de molino que acaban cumpliendo años entre la soledad y el hastío. ¿Qué más da que hoy seamos un símil de escombro adulterado por el paso infalible de los muchos meses trabajados y las eternas dudas presentidas?... ¿Qué importa que nos acabara pillando el tranvía de la madrugada fumando las sustancias ilegales de la utopía?... Somos lo que somos y por eso nos queremos, al fin y al cabo la única guía a la que veneramos, con profunda devoción, es la santa libertad... está claro, el mundo es de los cómicos, los poetas y los locos y tú y yo sabemos de eso y, para colmo, lo aceptamos con total naturalidad como el que nace con una lacra de siglos temblándole en el coeficiente intelectual de la alegría. Ay, Damián, querido... son estos días de resaca en los que me siento más cerca del Dios Amor (y para estos trastornos amatorios no existe ni matrimonio perfecto ni gelocatil eficiente.)

2 comentarios

damian -

¡Madre mía, Sacra! cada vez los cuerpos tardan más en recuperarse. Pero si estuve todo el domingo descansando y aún hoy no doy pie con bola.
Que razón tienes, ayer, fue entre otras cosas, domingo de resaca y meditación.
Como dice el capián Garfio, . je je je.

Pero es que, no solo es el vino y el humo. Es el estar rodeado de los tuyos, es el reunir a todos de vez en cuando y verlos reir. Eso es lo que de verdad nos emborracha y nos hace creer en algo.
Me quedo con nuestro proyecto, Sacra, con nuestro nuevo libro del buen amor del sigo XXI. Y me quedo, como dices tu, con haberte encontrado y con todo lo que vendrá.

capitan garfio -

Estoy de acuerdo contigo, Sacra,cuantas cosas empiezan y terminan,se posponen, se olvidan,se arreglan y se destruyen,etc,etc...en ese estado de embriaguez euforica, que al fin y al cabo,pienso que es el unico momento en la vida,en la que el individuo llega a ser libre de verdad, sin pararse a pensar en lo que vendra despues...Un beso muy grande para todos.