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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

PATIO VECINAL

PATIO VECINAL

Este patio vecinal en el que vivo es, al fin y al cabo, como el propio mundo: cada día está peor. Yo conozco a mis vecinos por sus gritos, por sus peleas, por sus llantos... los besos no se oyen, ni las risas, ni esas alegrías nocturnas de caricias y envites pasionales. Sólo se pueden sentir los recelos y los miedos, estan prendidos en el aire, oreándose entre las sábanas y los calcentines tendidos al sol, esperan secarse, desecarse, amojamarse, amortajarse y olvidarse. Pero el olvido no llega, ni la distancia, tampoco el perdón se acomoda entre las cortinas ni inventa brisas suaves la necesaria tolerancia; nada que no sea el reproche, el grito, la angustia... nada que no signifique dolor convive en este patio vecinal que es, mundo interno, galáxia exterior, expandida soledad en un universo de individualidades dispares.

5 comentarios

capitan garfio -

Como dice la cancion,el patio de mi casa es particular.....lalalalala....Este patio,me parece como diria,Joselin de Ubrique: In vecinal

cabalayka -

He venido a visitarte, es un verdadero placer el leerte, aunque el patio camine sommbrio y abrazando el infortunio buscando un rayo de luz. Felicidades por tu hermosa Blog. Volveré...recibe un afectuso saludo.

Annabel -

Pues yo te puedo hablar de mi vecina de arriba, porque tengo la suerte de que al resto no los oigo. Ella desde que se separó dejó de montar pollos, el último fue apoteósico, una bronca descomunal al ex en la escalera delante de los hijos. Ahora que lo pienso en realidad los gritos dejaron de oirse desde que entró en su casa un argentino con el que se acaramela en la piscina, un señor de barba blanca que parece haberle suavizado el carácter. Bienvenido a la comunidad, jaja.

pier -

Que triste realidad la que vives en tu patio.
Es una pena que la palabra tolerancia amor y esperanzas se pierdan dentro de esas paredes.

abrazos.

Damián -

Me es familiar esta sensción que narras. Yo hace tiempo que decidí dar los buenos días con más énfasis cada vez que un vecino no levanta la vista de las escaleras al cruzarse conmigo. Y cuando los odios y la falta de respeto llegan a mi salita en forma de gritos atravesando los finos tabiques de papel de fumar, mando, para que te quiero, apretar el botón y zas... como por arte de magia, más volumen.