EL CINE, EL SUEÑO Y TÚ
A Jose M. Payá
Me desperté pensando en un Brando con el que bailaba un último tango a la orilla del Sena. Paris estaba mimético, colorido y preciso, donde una caótica Amelié se empeñaba en vender manzanas para una cena sólo compartida por idiotas. Eran sueños de vino y rosas en los que una lluvia de color púrpura nos obligaba a cantar bajo paraguas anegados de charcos, al ritmo preciso de saber que, a pesar de todo, la vida siempre es bella.
Entonces supe que, de aquí a la eternidad, sólo había un "sayonara baby" tan fugaz como esa carne trémula que se queda trepidando tras el velo pintado de las candilejas azules, mujeres que siempre se abalanzan a los nervios porque hay piratas que nunca llegarán a ser reyes por mucho que se inventen el crimen más ferpecto.
Al final hice oídos sordos al lado oscuro de la cordura, sabemos que la vida es una caja de bombones y que siempre nos quedará Paris, por eso el conejo camina acelerado buscando a un sombrerero que sigue saludando a un Mister Marshall sólo apto para grandes dictadores. He tenido muchos días para enroscarme en un sueño eterno pero, ¿qué quieres que te diga?... perdona que no me levante, acabo de morirme en el intento.
4 comentarios
Sacra -
Yo también te quiero, corazón mío.
Mar -
Te quiero, re-guapa
Sacra -
Yo prometo no dejar de escribir si tú sigues asomándote al objetivo con tanta magia.
Besos y feliz vida.
Jose M. Payá -
Muchísimas gracias, de corazón, y que sepas que los sentimientos que tienes hacia mí, son mutuos por mi parte también.
Un besazo y nunca dejes de escribir.