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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

SINDICATO BERGERAC

EL DESEO EN LA CONFUSIÓN

EL DESEO EN LA CONFUSIÓN

El deseo es una ciénaga

con lecho de rosas

por eso a menudo

nos confunde la vida

llamándolo amor.

MUERTE CRECIENTE

MUERTE CRECIENTE

Pétreo abrazo de amante milenario,

bocas desean, lava repentina,

sobre la extensa y cárnica colina

de este mármol exangüe y lapidario.

Más lejos del día, del calendario,

el amor denso sobre el tiempo mina,

se hace ave, canora golondrina,

luna, eterno grito libertario.

Y es más grande la pasión desbordada

por los poros sangrantes del silencio,

más intensa la órbita surcada

del verbo sin palabra conjugada,

que en esta quietud de silente imperio

la muerte crece en vida engalanada.

¡QUÉ PEREZA!

¡QUÉ PEREZA!

Me da mucha pereza codearme con los altos estamentos,

hablar de la cuadrícula perfecta que dibuja el soneto en el pentagrama de la poesía,

de los intereses bancarios en los devenires de la bolsa de Tokio

o la decadencia inminente de la fe en todas sus vertientes verdaderas.

Yo soy más de los proverbios que inventan las temibles verduleras,

de los arrabaleros efluvios que disienten los bolsillos vacíos,

de la ecuánime soledad que justifica cualquier pecado en las calle de un viejo mercadillo.

Hablar por hablar, sobre todo mal, me resulta cansado, lacónico, imperfectamente deshumano,

la oratoria vacía me predispone a la ira, me abotarga los intestinos, me incita a la nausea del olvido,

y son las almidonadas camisas engarzadas en falsa seda las que me producen acordes de conciencia irrevocable.

Yo prefiero sentarme en un parque sin columpios ni farolas

para fumarme la esperanza entre sábanas remendadas por el hambre,

deshilachadas en las colas del INEM,

desgastadas entre los vómitos de los sueños sin futuro.

Me gusta desandarme la memoria entre estas pestañas que recuerdan paraísos de luz,

desnudarme de pecados cuando el ayuntamiento cambia las alcantarillas y sube los impuestos,

hacerme virgen, de repente, entre la prostitución continua de mis besos.

Me siento mayor para aquello del protocolo,

aburrida por comerme la sopa con cuchara y sin ruiditos, 

deseando sonarme los mocos con los botones de la camisa.

Me da tanta pereza, a menudo, vivirme

que ya no sé si reivindicar una eutanasia de luz para mis cansadas neuronas

o sentarme a parir versos en las esquinas indecentes de los paritorios oscuros.

DESHILACHADA SOLEDAD

DESHILACHADA SOLEDAD

Es una deshilachada soledad

que va arrinconando barcos

en la tristeza de la memoria,

pequeños veleros de desánimo

anclados en el acantilado del olvido.

Es un enconado silencio

de resacas involuntarias y piadosas

que besan los guijarros y las playas

con devoción de siglos somnolientos.

Es como querer llegar al fondo

de la agreste tristeza de los peces

para recuperarles aquel olvido

donde el día aún enarbolaba esperanza.

HOY... NADA...

HOY... NADA...

Hoy ha amanecido el día ronco,

la radio no funciona

y el calendario se ha desnudado

de días importantes.

Clamo, con la voz en grito, a las sirenas

pero sólo me responde su silencio,

su silencio de cavernas y naufragio

      (olvidaba que sólo conversan con hombres,

       con hombres que son héroes.)

Aparecen tormentas por la proa,

allá donde se extienden mis brazos,

y siento que todo cuanto rozo

se convierte en ígnea lluvia de soledad.

Hoy nada me conecta a la esperanza,

todo me es ajeno en esta huida

hacia el fondo de la tristeza,

hacia el abismo de mí misma.

MAÑANA

MAÑANA

Mañana me lo cuentas todo:

si el petit suise estaba agrio de memoria

o la napolitana sabía a beso rancio,

si a tu amiga Gemma, de tanto vivir la infancia,

se le escapa la sonrisa por las mangas de la mochila.

Mañana me lo cuentas, paso a paso, sílaba a sílaba:

a la hora del desayuno urgente,

del cola cao con fibras somnolientas y deberes ausentes de trabajo.

Que no se te olvide entre el invierno de las camisas,

en la solapa del abrigo inflado por la tiza,

en los bolsillos henchidos por corazones de azúcar y luz.

Mañana... todo... con el gesto preciso y el abrazo precioso...

ahora déjame con el silencio recostado entre los párpados

que ya se me va haciendo tarde para escucharme a mí misma.

SI QUIERES

SI QUIERES

Para habitar mi silencio tienes que venir desnudo como el llanto,

amargo como el abrazo moribundo de una despedida enamorada,

ingenuo como la eternidad plomiza de una infancia hecha olvido.

Para cohabitar en esta soledad que me visten las mañanas de domingo

tienes que ofrecerme una eutanasia de jazmines vírgenes,

un holocausto de verdades precisas entre interrogantes auroras,

un cataclismo azul irradiando cánceres de  melancolía.

Que ya me voy quedando a la intemperie del tiempo con lo pies descalzos,

con el hambre entre escombros de sorpresas baldías

y con este corazón quebrado siempre por el hastío de la historia.

LA AMISTAD...LA VIDA...

LA AMISTAD...LA VIDA...

Yo sólo quería tener amigos para no tener deudas morales, ni préstamos sentimentales, ni abrazos solidarios de falsa tolerancia.

La amistad es otra cosa, otro latido, otra expectativa.

También me equivoqué.

Afortunadamente, no siempre yerro el camino cuando pongo el corazón; las balanzas sentimentales me son propicias como venturosa, siempre, me responde la razón.

Equivocarse es andar, negarse en la premura de los días con lluvia, adelantarse al verano que nos desnuda los huesos, inventarse olvidos que recuerdan siempre alabanzas de luz.

Equivocarse es vivir, amar y desamar en segundos precisos, en mínimos vaivenes de cárnica añoranza, en oleajes importunos que nos evitan la muerte con cicatrices de sólida ausencia.

La vida es otra cosa, otro latido, otra espectativa.

Mientras tanto me quedo en tus ojos, amigo amado, fabricándonos maromas donde asirnos a un futuro de impenetrables olvidos.

EL MUNDO EN EL QUE VIVO SOY YO

EL MUNDO EN EL QUE VIVO SOY YO

El mundo en el que vivo soy yo.

Una contaminada urbe de vías sanguíneas, arterias entre autopistas cardíacas, semáforos intermitentes con la luz de esperanza latiendo entre las alcantarillas.

Soy yo, la veo indagarme las retinas en los rostros anónimos que me saludan con silencios y apatía, con la costumbre pertinaz de los rincones donde se orinan los perros, los mendigos y los niños hambrientos de futuro.

Soy yo, es mi voz la que despierta las columnas de hormigón, las sirenas de las fábricas, los muros enfermizos desde donde se automutila la angustia, entre verjas enclaustradas por donde se derriten los presos o  murmuran silencios austeros santas anónimas.

Soy la que navega el río del llanto, la que naufraga en océanos de añoranza, la que pinta, día a día, con extrema exactitud de evocados infiernos, la línea de un horizonte que empieza a nacer desde el límite de mis manos.

Mía es la semilla, el óvulo, la raíz y el pozo. Mío el esperma, el cántaro, la sed... el fruto. Mío, también, el vendabal que anega los terrenos de la esperanza, con el estómago desolado entre ácidos de tornasolada indiferencia.

Tengo que recurrir al terror de los mortales, a los cegados por la benevolencia del perdón; tengo que acunar su maltrecha conciencia entre las cortinas desvencijadas de mi roída historia, entre los cuencos desquebrajados de mis rodillas hambrientas,entre los últimos resquicios de mi verdad prominente como un cárnico exódo de células ávidas de luz.

El mundo en el que vivo soy yo:  Génesis y Apocalípsis para un corazón donde se cruzan los caminos de la esperanza.

LA POESÍA OPTÓ POR MÍ

LA POESÍA OPTÓ POR MÍ

Yo no elegí ser poeta,

la poesía optó por mí,

me prometió un mundo de imaginación ilimitada:

         imaginación por si vas a comer,

               imaginación por si puedes pagar la hipoteca,

                      imaginación por si el recibo del agua no llega al abuso,

                             imaginación por si tus versos no llegan

                                                                 al absurdo...

Entre miles de millones de obreros del andamio, de la mar y del terruño,

la poesía optó por mí,

me pidió abnegación sin ofrecerme nada a cambio:

               nada de des-seguridad insocial,

                      nada de contratos o despidos inapropiados,

                                nada de jubilaciones prematuras

                                                      o prácticas austeras,

                                          nada de acosos laborales

                                           o masturbaciones pecaminosas.

La poesía optó por mí,

yo sólo elegí estar viva.

               (Por eso...de vez en cuando escribo versos.)

             

ME ECHO DE MENOS

ME ECHO DE MENOS

Me echo de menos cuando descuelgo el teléfono y no reconozco mi voz,

cuando me lloro sin lágrimas y me consuelo sin pañuelos planchados,

cuando desisto de las nueces y el chocolate, de la sopa de lluvia,

de los asmáticos helados de otoño a la sombra de una acacia desnuda.

Me echo de menos siempre que inauguro una duda más,

siempre que destemplo los calendarios con vacíos de noctámbulas ausencias,

siempre que me busco en los buzones  con añorada nostalgia

de matasellos agridulces que evoquen paraísos almendrados.

Me echo de menos ahora, que escribo desrimando secretos enfermizos,

ahora que rimo desescribiendo verdades de patios vecinales,

ahora que me echo a volar como cada día y, como cada día,

caigo de bruces en la soledad imprevisible de la libertad negada.

Me echo de menos cuando me busco en la vivencia de los ojos ausentes

y sólo encuentro latidos de ignorada distancia.

LOS ACANTILADOS DE LA MEMORIA

LOS ACANTILADOS DE LA MEMORIA

A la luna se le ha puesto cara de verso enamorado,

de mimética escultura sazonando planetas

con la ambrosía errante de una primavera virgen.

Este otoño, de infinitos rincones,

viene engendrando noches de pletóricas hiedras

que reptan, sinuosas, por los paisajes de la esperanza.

Tengo que desnudarme ahora

para ya no olvidar la semblanza que nos viene

devorando la distancia,

para ya no saberme presa del llanto

que esculpe cavernas en el horizonte de la muerte.

Tengo que tiznar la piel de maná y muérdago

para ya no sentirme lejos de esa esperanza

que brota en todos los acantilados de la memoria.

MORIR ACASO

MORIR ACASO

Hay días en los que se desciende

por los toboganes de la hipocresía.

Se nos ensancha la memoria del olvido

y el aliento febril de la inconsciencia

se aletarga en las pestañas cual pústulas benignas.

Entonces la vida se corona de preguntas,

interrogantes precisas que suenan al misterio

de los pasillos arcanos e un paraíso sin Edén.

Es así, ya nada sirve

excepto la ciencia de la muerte,

la aventajada masacre de un destino baldío

colgando de las inhóspitas sogas de la tristeza.

Morir, acaso desvanecerse en vida,

mezclándose entre el tumulto que yergue lápidas

en mitad de un ramo de olvido.

MUERTE POÉTICA

MUERTE POÉTICA

Acabó atragantándose

con la cáustica soledad de su saliva.

Nadie le dijo que el oxígeno es libre

y que en la intimidad de los pulmones

se vuelve océano de fructíferos futuros.

Murió sin el abrigo de una lágrima,

sin la compasión del más débil suspiro.

Ahora es sólo un espectro que busca sílabas

en las rimas imperfectas de mis poemas.

ME VOY

ME VOY

Vengo con la clarividencia de los ocasos,

la nostalgia algodonada de la elegía

o el benevolente homenaje de los desterrados.

Vengo a sellar mi epitafio

en el vórtice tenaz de la nostalgia

porque sé que la vida me fue propicia

pero escogí el barro de la sangre.

Me voy.

Tened en cuenta que cierro una puerta

mas no claudico la casa.

APENAS

APENAS

He terminado el día con el llanto acumulado en las costillas,

la sonrisa, deshenebrada, en la boca del estómago

y un inquisitivo reflujo de nostalgia

encaramándose en la memoria.

Hubiera preferido iniciar la noche comiéndote los huesos,

oficiando misas tántricas a la altura del silencio,

reptando serranías audaces en los precipicios de tus ingles.

Pero,

      ya ves,

            cuando quisiste volver apenas me acordaba de tu nombre.

LA CORDURA

LA CORDURA

Razones no le faltan

al que inventó la cordura

pero es seguro que hoy

se quedaría solo

en medio de su teoría.

SONREÍR

SONREÍR

Sonreír porque sí...

sin miedo a las caries,

                   a los espamos estomacales,

                   a la mandíbula desencajada de un cráneo feliz.

Sonreír porque, a menudo,

se nos olvidan los pecados,

se nos enmudece la falsa conciencia,

se nos debilita el odio entre oleadas de vacunas infames.

Sonreír por nada,

     cantarlo todo,

            desnudarse libre,

                     enamorarse y, por fin, respirar.

Y, después, navegar en el llanto buscando el grial de la esperanza.

RENACER

RENACER

Abrir las ventanas y respirar.

Dejar atrás la gélida torpeza del desencuentro

y reafirmar el oxígeno que nos voltea

como campanas que anuncian luz de esperanza.

Renacer,

    rescatar,

       reinventar.

El corazón, inflado de futuro,

se deja guiar por el lírico abrazo

de los encuentros que son, siempre,

motivos de añoranza ajada.

(Nada hay mejor como retornar al nido donde se nos recuerda

con el exacto apellido de nuestros huesos.)

¿EL AMOR?

¿EL AMOR?

A veces, el amor se instala, como sin ganas,

en los vértices del corazón ausente de sorpresas,

incuba larvas de fosforescente agonía

y se deja embargar por atardeceres inútiles

de postales ficticias, envidiosas de destinatario.

El amor, como la esperanza, es la gran mentira del mundo.

No existe si no se vive...

   si no se sufre...

      si no se sangra...

           cuanto  más menguan las latitudes de su imperio

                más se engrandecen las miserias de su tristeza.

Es como un spot televisivo en el que se eterniza la alegría.

Tenéis que saberlo,

amar es otra cosa,

id desnudos hasta la cuenca del primer beso,

dejaros llevar por la corriente de la cercanía permisible

y soñar, entre las pestañas, con la ambigüedad de la luz

que, tras toda quimera, existe la vida de eternidades posibles.