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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

SINDICATO BERGERAC

CAER, LEVANTARSE... ACASO VIVIR

CAER, LEVANTARSE... ACASO VIVIR

Caes desde el asombro de la esperanza y, apenas renacida, notas como te vuelven a crecer ramas llenas de brotes y de auroras. Sientes como por cada segundo de llanto derramado, se ha enquistado la sal y, ahora, una bahía de atolones azules, se demora y vierten su fecunda salubridad de vida detenida bajo tu epidermis enamorada. Es el despertar de la roca cárnica del olvido que ha pretendido ser sólo un soplo de perpetuo invierno baldío, es la primavera etérea de las vísceras que tejen una maraña de amapolas inmaculadas alrededor de los ojos ardientes del primer deseo. Es esta necesidad de ser para creer o de creer para saber siendo, eternamente latiendo, dejando tímidamente una estela de eternidades ínfimas que acabaran perdidas en la sonrisa perpetua de nuestra propia historia. Es la paz de saberse volviendo del ocaso para llegar a él, renacida y enamorada, limpia de virtudes y pecados.

DESPERTAR EN LA TRAGEDIA

DESPERTAR EN LA TRAGEDIA

                   A los niños de Haití

Acabo de despertar de un mal sueño donde la tierra temblaba bajo mis pies desnudos. Entre los escombros oía llorar a un niño que decía mi nombre con la voz hueca de los moribundos. A dos metros, un libélula se convertía en buitre y un cazador, con una escopeta de sangre, disparaba a las nubes con balas de hojalata. De repente, como sin pretenderlo, he despertado con el llanto entre las manos y me he enjugado la memoria a través de los espejos rotos. Tomo el periódico, con la sutileza de una caricia de hormigón, y veo al niño, con los ojos en blanco y mi nombre tatuado en su último aliento de vida.

ESPERAR...ACASO MORIR

ESPERAR...ACASO MORIR

Una se cae, se resiente, se le pelan las rodillas, se le araña la mirada y a veces, sólo a veces, se le aclaran las ideas en un renacer de memoria y de nostalgia. Esperas, siempre esperas, ese gesto que se adelante a la caricia, que tenga tu huella y tu llanto, tu deseo inflamado sobre los pliegues de las necesarias banalidades. Se espera para desesperar y para tejer ausencias que nunca van a ser ciertas porque no nos pertenecen, igual que ansiamos esa Ítaca que sigue prendida a lo largo de nuestros sueños. Es esta impúdica desventura de hallarnos al filo del imposible aliento, ese que nos sigue rememorando paraísos que nunca han sido ciertos. Esperar es morir... destejerse eternamente para convertir el deseo en el verdugo que nos sepulta la libertad del presente.

LLUVIA EN RE

LLUVIA EN RE

LA LLUVIA

REANIMA

RESTITUYE

RESUCITA

RESCATA

REGENERA

REVERDECE

REDEFINE

REMODELA

LA LLUVIA

RESPIRA RACIMOS DE RAÍCES ROSÁCEAS

RESBALANDO SOBRE LAS RANCIAS ROCAS DEL RACIOCINIO.

MEJOR ASÍ

MEJOR ASÍ

Y si al final descubres que me amas,

veras lo difícil que te resulta convivir con mi recuerdo,

deshenebrar tanta impotencia,

hacer ovillos con tantos sueños

y, sobre todo, desenfundar el deseo

en columnas de cósmica desesperanza.

Vas a ver que toda paciencia es posible

menos la espera de lo ya cierto,

de lo presentidamente útil,

de lo caóticamente perfecto.

Por eso es mejor así,

el amor, a veces, es el freno de la luz

cuando todas las bombillas

ansían un paraíso de luciérnagas decapitadas.

DESTINADOS A VIVIR

DESTINADOS A VIVIR

Arrecian corazones escarchados de esperanza

por las avenidas donde aún las manos

se buscan bajo los abrigos

el pálpito inicial, primero y milenario.

El hombre transita edades de humo,

fugaces historias,

rutas accesibles al deseo y a llanto

mas cada huella, en su turbio deambular,

es el vestigio exacto de un destino en tránsito.

Y van, vamos, palpando todo cuanto nos rodea

con lo párpados apenas despiertos

a las primeras luces de mayo,

intentando beber en cada sorbo nuevo

la dulce ambrosía de la eternidad.

Estamos destinados a vivir este hoy,

este minuto, este segundo irrepetible,

porque arrecian corazones escarchados de esperanza,

y las manos aún encuentran bajo el abrigo

el pálpito inicial, primero y milenario.

MUJER EN TRÁNSITO

MUJER EN TRÁNSITO

No podría retener, aunque quisiera,

el frutal capricho de tus brazos,

los pámpanos encaramándose

hacia el tibio temblor de los astros

que ya muestran la desnudez primera,

la temprana sazón,

el lumen perfecto y el azúcar.

Ya vienen reventando de gozo

los fiordos azules que remansan tus dedos

entre un oleaje de mieles cercanas

y cauces de ambrosías.

Es imparable el néctar crepuscular de este orto

mientras abrazan en cascada

este pretérito alumbramiento

de mujer e tránsito.

RECONOCER TU NOMBRE

RECONOCER TU NOMBRE

Para que yo reconozca tu nombre,

alambique desbordado de néctares agridulces,

tendrá que eclosionar la distancia

sobre un holocausto de íntimos atadeceres.

Aquel paraíso, con su soleada manzana,

con su pecado y su hambre,

con su valle de lágrimas sinuosamente pétreo,

desoladamente obtuso y profano.

Para que yo reconozca tu nombre

tendré que morir de nuevo,

agonicamente perfecta,

santificada en el silencio de los ataudes azules.

Tendré que encontrarte sentado a la diestra del hambriento,

a los pies del apaleado y perseguido,

lamiéndole la herida a esa mujer olvidada

en la violación del intento por respirar, un siglo más.

Para que yo reconozca tu nombre

tendrás que resucitarme, junto a Lázaro,

tendrás que perdonarme, perdonarme y amarme

como yo todavía no lo hago.

MI CASA

MI CASA

Mi casa es pequeña, amable y reutilizable en los momentos más álgidos de la ternura.

Sabe a orégano y a nueces,

a desinfectante armonía

o a sollozo escondido en los altillos

donde se agazapa el invierno al llegar mayo con sus frutos.

Es así: manejable como una taza de café desportillada,

ambigüa como una servilleta de flores hecha de papel y seda,

eterna como el rebozado de mi abuela y los rollitos del ’chino’ a domicilio.

Mi casa palpita con su propia esencia y su única arteria

(esa delicada tubería donde se enamora la crisálida de ese grifo imponente),

Se viste anárquica y voluptuosa, sencillamente mísera en las esquinas

y espera, paciente y enamorada, a los invitados precoces de la esperanza.

Sólo admite sueños y sonrisas las venticuatro horas,

las penas, como la madrugada, las guarda hasta salir el sol por detrás de las cortinas

y siempre descuelga el teléfono con alegría aunque no llame nadie.

Es mi casa... el hogar donde mi alma se viste de lluvia y se desnuda de tormenta,

el cobijo donde mi corazón encuentra la esencia de mí misma, el futuro de mis ojos.

LA ESPERANZA DE MIS ANCESTROS

LA ESPERANZA DE MIS ANCESTROS

El mundo parece esponjarse, se contrae y expande en el íntimo latido de la sorpresa.

Estoy aquí, respiro y el mañana es sólo la utopía que me invita a vivir este segundo irrepetible.

Mi nombre tiene la validez que imprimen mis neuronas al rozar la luz del descubrimiento

y busco eternidades de humo donde desenredarme de la nostalgia que da el no vivir.

Ven, deja que firme en el libro de los enamorados

para que la historia sepa que sigo luchando desde la esperanza de mis ancestros.

SIGO AQUÍ... SIEMPRE

SIGO AQUÍ... SIEMPRE

A veces vamos, venimos, nos quedamos durmiendo en los alambiques de la memoria, nos inventamos fugaces y etéreos. Vivimos en el silencio de la espera como sollozando avenidas de fructíferos holocaustos. Estoy aquí, aunque parezca que ando ausente en las transparencias de la quietud, ando vivo y desnuda entre los impúdicos vaivenes del azul más profundo. Por fin soy un latido que emerge desde el humo y la manzana, desde el pozo donde se enhebra el vacío en realidades ocultas, desde la temeridad del ambiguo miedo a la alegría. Estoy siempre, aunque parezca que he fallecido para la voz, renazco entre hogueras de sílabas agrietadas que llevan nombres de hombres y cometas. No me voy porque la distancia no es mía, ni es mío el desaliento, ni me pertenece la definitiva quietud de los muertos. Me quedo aquí con vosotros, tejiendo arterias entre los músculos cansados, entre sed infinita de vivir más allá de todo ocaso, de toda lágrima.

SIEMPRE LO MISMO

SIEMPRE LO MISMO

Huele a incienso,

a cera derretida sobre el asfalto caliente,

a oración y pecado, a culpa, a blasfemia,

a olvido entre el humo de la intolerancia.

Huele a silencio y a arrogancia,

a estatuas carcomidas por un llanto

que incinera libertades amplias

como espíritus enamorados.

Huele a la misma herida de todos los siglos,

al mismo liviano catecismo de todos los ocasos,

a la misma soledad inquisidora de todos los pecados.

Mientras tanto, un perfume de esperanza

van rezumando las putrefactas alcantarillas

donde seguimos inventándonos un mañana

lleno de olvidos y amores perpetuos.

SOMOS

SOMOS

Resulta que hay días que nos cansamos de ser infelices

y salimos a la calle a bebernos la luz,

a cruzar las alamedas con los ojos vendados,

con la segura certeza de la inmortalidad plena.

Salimos desposeídos de nombres y fechas,

de límites orgánicos que nos prohíban el latido,

de cadenas pésimas que aceleran la soledad

a golpes de llantos prematuros.

Somos, en la eternidad del beso,

la sangre que perpetuará un alud de huesos enamorados

porque estamos vivos frente al olvido,

porque todavía somos palabra y verso,

luz infinita al fondo del túnel de la vida.

LA LISTA DE CONTACTOS

LA LISTA DE CONTACTOS

Estoy queriendo anunciarme con la brevedad

de un insulto despiadado y preciso,

con la contundencia de un beso que enhebra

hierbabuenas y olvidos,

con el cínico andamiaje de un desolado cartílago

que acaricia la tristeza venidera.

Por eso he venido con la lluvia sobre el iris

y el corazón entre las piernas.

La venta es sólo cuestión de tiempo,

además siempre quise aparecer en la lista de contactos,

explosiva y lasciva,

aunque sea mentira.

RENACIMIENTO

RENACIMIENTO

                                   Cuadro de Cali Rivera

Sonreír hacia adentro

con la dulce presencia el abrazo perdido

que encuentra clamores en la línea del beso.

Enamorar el aire

que arrulla arboledas de luz

entre las espigadas auroras.

Retormar la vida

en la frontera del deseo,

en la ígnea espesura de la esperanza.

Liberarse del yugo del tiempo

y nacer, nuevamente,

dentro del útero del verso.

MUJER HERIDA

MUJER HERIDA

        a las mujeres víctimas de la violencia de género

   Vengo herida

desde la soledad perversa del viento

que va despeinando auroras

en el horizonte de la esperanza.

   Vengo herida,

lacerada por la daga silente

de una tristeza remota,

virginalmente antigua.

   Vengo herida,

deshenebrada y ausente,

oscura en la forma de las retinas,

acuciada por el llanto en sus olvidos.

   Vengo herida,

carnalmente desgajada por la luz

que incinera voluntades de humo

entre columnas de leyes baldías.

   Vengo herida,

hambrienta e libertades profundas,

de amnistías óseas para mis besos,

de vuelos ilesos e infinitos.

   Vengo herida,

herida y nocturna,

herida y lejana,

herida y naufragada.

       Sólo tú, amor, no amándome

      me traerás la vida,

      nuevamente,

      al sur de mis pupilas.

  (Este poema forma parte de la exposición que Hidra tiene en el Form de Petrer, hasta el 15 de marzo)

TIEMPO DE DUDAS

TIEMPO DE DUDAS

Es que ya no sé si quiero ser prostituta o

si quiero ser virgen.

El amor tiene vértices,

como espadas enamoradas,

puñales que inventan heridas como lirios

en el oculto sollozar de los balcones.

Es esta pétrea de soledad de nomberes,

cortinas que ocultan el aullido de la luz.

A estas alturas ya no sé si quiero

ir al paraíso o al infierno,

al norte de tus brazos

o al lejano sur que dibujan tus nalgas.

En el tiempo de las dudas lo mejor es

dejarse llevar por la sed,

por los semáforos en rojo

y por la tempestad cárnica de los besos,

ya vendrá, algún día, la única certeza,

                                  la de la muerte.

EMPEZAR A MORIR

EMPEZAR A MORIR

A veces se empieza a morir despacio,

casi como desdentándose en el lácteo arrecife de la lluvia,

en este abrazo que nos encuentra, ingénuos,

en la oscura prestancia del infinito.

Se empieza a desvivir lentamente

arropada bajo el magma del aburrimiento y la hambruna,

incubando tempestades de olvido perenne

en las sutiles soledades de los pozo vacíos.

Y entonces, como sin nombre,

se inyecta la vida de interrogantes sin preguntas,

de ocasos sin horizonte,

de adioses sin despedida.

¿Qué oscura desazón traerá el filo de su guadaña

en el instante infeliz y copioso de la muerte?

Se empieza a fenecer cuando

sólo quedan puntos suspensivos en la esperanza.

EL VIENTO

EL VIENTO

Reconozco este viento que me lleva,

que me eleva la falda

y me despeina las retinas.

Este mismo que anda desenfundando farolas,

desenraizando balcones,

abriendo ventanas a la sed del olvido.

Reconozco este viento,

lleva mi nombre eclipsado

en los lagares de la mimética historia

como un alguacil enfadado con la promesa

de la libertad sin demoras.

Reconozco el viento de los pobres,

esta oleada que nos desviste de llanto,

el siroco fugaz, tempestad adentro,

que inmortaliza humanidades al desnudo.

A pesar de ausentarme, tantas veces, del paisaje

hoy vuelvo con los iris anegados de arena

para amarte así: libertina y febril como el viento.

NOCHE CERRADA

NOCHE CERRADA

El amor se impregna de paradojas inocentes:

las manos que se buscan y se huyen,

los brazos que, excitados, caen al vacío de los huesos

y ruedan, invertebrados, como peces tropicales

en los glaciares del silencio

y otros brazos, los mismos que ansían

van reverberando el gozo de la primera luz.

Los ojos que se miran y se huyen,

se escapan entre dédalos de olvido

donde el hombre huye de su conciencia.

La piel, erizada en la primera espina,

azul y primigenia

de los deseos dormidos,

se enfrenta al valle silencioso

de la túnica mortecina del desencuentro.

Se buscan. Se desean.

Ignoran el latido y su constancia

y la eterna costumbre y esa prisa

de querer encarcelar un encuentro

en la eterna despedida de los muertos.

Se sueñan, se respiran sin palabras

y siempre están lejos,

y siempre están cerca

como si el mundo sólo fuera un pañuelo

de eternas lágrimas sin concebir.

Las manos, los brazos, los ojos, la piel...

el corazón lanza el mensaje,

el corazón lo recibe

pero ya es noche cerrada

para estas cosas del amor.