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SUPERVIVENCIA EMOCIONAL

COTIDIANA ETERNIDAD

LOS NOMBRES DEL AMOR

LOS NOMBRES DEL AMOR

Cuando intentamos ponerle nombres al amor es cuando la fastidiamos. Apelativos dulces, impactantes metáforas o casuales bendiciones para justificar o maldecir aquello que nos vapulea la rutina y nos descerebra la mirada. El amor es lo que es y ya es bastante. Existe y se procrea, en sí mismo, como un multicultivo de frutas jugosas y amatorias de igual modo que como verdura agria y taciturna. Es la naturaleza en su máximo exponente de luz y alegría, es la procreación en la raíz y en el humo, es la gloria que nos acaba dignificando en los olvidos tétricos de un historia sin páginas ni memoria. Querer hablar del amor como se habla de las listas electorales, de los precios de las sandías o de las mesas de metacrilato, es como intentar atrapar oxígeno entre el índice y el pulgar, por mucho que los arrope el incisivo corazón. Por eso, el amor se nos muere intentando buscarle el sinónimo preciso o los tuperwares adecuados, o el arcón que contenga los griales más preciados... Las joyas, como las rebuscadas palabras,  pertenecen al mundo de los codiciados vivos y el amor sólo es agua, instante, suspiro... ese beso que nunca dimos por temor a la condena de la indiferencia. ¿Por qué buscar caminos donde sólo existe la libertad del viento, del tiempo, del momento...?

(Me acurruco en tus brazos y sé que nada es real salvo este corazón que me late, siempre, fuera de todos los diccionarios.)

LA ANARQUÍA EN EL ABRAZO

LA ANARQUÍA EN EL ABRAZO

El problema, Maripún, es que a veces me olvido de mí misma, de mis cosas, de mis cremas hidratantes para la esperanza, de los ungüentos milagrosos para la celulitis de los rencores, de cambiarle la tapa a mi tacón favorito, ese que asesina odios de viscerales ilusiones. Tú me conoces y sabes como soy: voluptuosamente ambigua en la decadencia de la alegría, apasionada en el iceberg de los sueños dormidos, catastróficamente presente en los anales de las bocas vacías. Será porque nunca soporté las acelgas siendo niña o porque los cuadros del uniforme escolar me quedaban asimétricos en la perfección del planchado, será porque echar la culpa a cualquier cosa es más fácil que asumir nuestra propia personalidad irrepetible y divina. Si te soy sincera, a mí me gusta olvidarme de mí misma de vez en cuando, sin llegar a la desidia, me gusta vivir un mundo desordenado lleno de rincones por los que no paso la escoba o de huellas enigmáticas que parecen recitar versos en los pulidos cristales. Acumular polvo en las estanterías del miedo para ver si así se nos ordenan las ideas o dejar la plancha macerándose en el armario por si acaso nos aparecen más mangas y más abrazos. Tú ya lo sabes, Maripún, "no hay que pedir peras al olmo", mas yo creo que yo soy de las que anda macerando almíbar para esos frutos baldíos que crecen en el ciprés de mi ventana.

Ilustración: "Mujer frente al espejo" de Picasso

ESTOS DÍAS INFAMES

ESTOS DÍAS INFAMES

Son estos días infames, Manolita, los que nos tienen desesperadas y taciturnas. Estos vientos que desenhebran la conciencia y despeinan las madrugadas azules de la esperanza. A costa de cualquier alegría se empeñan en amputarnos la fe en el ser humano y nos vuelven, a golpes de rayos catódicos, en transeúntes fugaces que vagan insomnes por las arterias del mundo. El hombre se ha vuelto, de repente, autómata e impreciso. No piensa, no siente y sólo cree en lo que le muestra el telediario de la tres, la sección de sucesos del programa matinal o las varices ambiguas del famoso de turno a la hora de la siesta. Se nos ha muerto Don Quijote, hemos lapidado a pedradas de indiferencia los versos de Machado y la Celestina anda descasando parejas inútiles. Es el tiempo de la intolerancia y el vacío, de coronar al crepúsculo entre paisajes de bruma, de subir a los altares a los vellocinos diseñados con fondos del banco mundial. El mundo está hambriento de abrazos y razones, de besos y justicia, de cercanía y ojos limpios. Son estos días infames, Manolita, los que no nos dejan descansar en la paz de nuestra breve historia de mujeres en tránsito. 

PREPARÁNDOSE PARA LA PRIMAVERA

PREPARÁNDOSE PARA LA PRIMAVERA

¿Te estás preparando para la primavera?... Yo acabo de podarme unos geranios que me han crecido en las orejas y que, de tan puro rojos, parecían corazones estallando vida entre latidos de pétalos. Mírame la espalda, para mí que ya se me están acomodando, como cada año, una pareja de jilgueros azules, los mismos que luego, me llenan de plumas la memoria. Espera y traigo una regadera de azúcar, hay que mantener húmedas las pestañas recién brotadas, que nadie diga que mi primavera la tengo descuidada y una ya no está en edad de habladurías vacías ni de siegas afiladas como lenguas de desocupado vecindario. Mira, si te dejas crecer el flequillo, como hacia adentro de la memoria, las libélulas buscarán refugio entre los ensortijados pensamientos, esos que a menudo se te escapan sin poderlos controlar. Las buenas semillas florecen en buena tierra y tú estás hecha del barro certero de la alegría. Deja que te invada este resurgimiento que nos hace rondar balcones, descerrajar ventanas con la luz temprana de la eternidad, abrirnos las camisas con la impúdica dignidad de los libres. Ven, que te voy a recortar las raíces díscolas, esas que te cuelgan sobre las rodillas, o mejor las trenzamos y hacemos un lecho para las cigüeñas. Ven que te lime la melancolía, que le de un tinte de arco iris a la tristeza del olvido y que le pase la plancha a ese ictus de vejez temprana. Ven y, mientras tanto, vamos a cantar aquella canción que tanto te gusta... ¿te acuerdas?

ACTIVIDADES URGENTES

ACTIVIDADES URGENTES

¡Qué de actividades, Carmelita, nos viene de repente!. Hoy, por ejemplo, me toca lavarme la conciencia, hacerme la manicura en la esperanza y rebozar los caóticos pensamientos cuando me siento a solas, entre tanta gente importante. Hay que abrillantar la esperanza, esa que siempre anda con la mugre entre los pliegues del olvido y darle un hervor a la escondida caridad, que de tanto ocultarla le va saliendo moho entre las pestañas. No te digo más que acabo de poner una lavadora de calcetines y sueños usados, así, con bastante lejía para blanquearlos a ritmo de un compás antiguo que huele a lavanda. Además, hoy tenemos para cenar ensalada de fé rebozada con canónigos agridulces en su pizca de vinagre. Es lo que tiene andar tan atareada con estas cosas del amor y del abrazo, de la escoba y la melancolía, del corazón a las silentes ventanas. Y es que, Carmelita, ser mujer se nos está poniendo cada vez más difícil y amar la vida cada día más.

SER DIFERENTE

SER DIFERENTE

Mira Marichu, que verdad es esa que decían nuestros abuelos allá por las épocas donde sólo se hablaba para decir verdades. Recuerdo que a mí me decía, así como despacio, como sin querer que se enterara ni el aire: "Todos venimos con una misión y cuando la descubras ya no podrás librarte de ella". Pues va a ser que es así, al final una quiere ser de todo menos lo que realmente le importa. Pruebas a que te guste el muesli, Brad Pytt y el tenis. Lo intentas con la prensa rosa, con el pret a porter y las Spice Girls. Te esfuerzas por llevar leggins, un colgante en el móvil y saberte, de memoria, la alineación exacta del Real Madrid. Pero todo es inútil, tu diferencia te persigue, te acosan tus gustos y acabas rindiéndote, como en una orgía de bondadosa soledad, a los versos de Benedetti, a un buen vaso de tinto, a la guitarra de Silvio y al pijama de cuadros que afelpa tus mejores sueños. Afortunadamente todos somos diferentes, la vida nos confecciona con distintos patrones y la sociedad intenta uniformarnos mentalmente con un único criterio: el de la conveniencia. Pues sí, Marichu, ser diferente no está mal, al menos me da la oportunidad de quedarme a solas en mi rincón favorito, para alegrarme, sencillamente, de respirar.

ES LA LLUVIA

ES LA LLUVIA

Es la lluvia que nos dilata la pereza, nos agranda la melancolía y provoca maremotos de añoranza desmedida en las lágrimas enterradas sobre el olvido. Es que, tú ya me conoces, por más que lo intento, siempre acabo encontrándome alguna espina entre los ojos, justo esa que me impide tener la mirada limpia o la conciencia tranquila.

¿Sabes?, de vez en cuando me iría a dar una vuelta por la eternidad para ver si se me pasa esta manía de amar todo sin pensarlo, de alegrarme tanto sin desearlo, de volcarme, venas adentro, al compás de una ilusión que acaba siendo humo en las estanterías de cualquier administración sin cielo. Me gustaría descansar de cuando en cuando. No estaría mal pedirse una leve muerte de unos días, de unos segundos... como cuando nos conceden una exención laboral de las tareas más simples. "Estaré muerta a  partir de abril de este año. Podéis dejar vuestro mensaje después de la señal. Os atenderé, gustosa, al regreso, posiblemente en noviembre."

Es la lluvia. Son estos lodos infames que nos salpican la suela de los zapatos y el cuero de las pestañas. Es esta mortandad viviente que arrastran los sueños incumplidos por todas las alcantarillas de la tristeza.

ESCRIBIR, COMER... ACASO VIVIR

ESCRIBIR, COMER... ACASO VIVIR

¡Ay, Marichonchi, que estoy consternada además de indignadamente meditabunda...! ¡que voy perdiendo facultades gramaticales y lírica culinaria!... ¡con lo que yo he sido!... que igual te hago un soneto con sofrito de cebolla que una paella, del Alicante profundo, rimada en asonante imperfecto con el marisco cazado en las montañas del Olimpo.  La culpa debe ser de esta dualidad mía, este  tener que combinar el placer con el deber, la lavadora baja en acentos y energía con un fragmento de "La vida es sueño" remojada en suavizante de Marsella... que es este lirismo calzado en zapatillas aguatinadas, en descosidas mangas con la diéresis trucada o perder la caja de botones azules donde dormita el diccionario. Que se me escapa la semántica por los pliegues de las cortinas y la ortografía, siempre díscola, anda enamorando sartenes en la descerebrada cocina. ¡Ay Marichonchi! que ya no sé si me repiten las manzanas o las metáforas me dan gastroenteritis, que recién paso el plumero por los versos de Machado me toca subrayar las fresas para el postre del epílogo... que a mi niña le peino la memoria tras prepararle una merienda de Gloria Fuertes rebozada. ¿Tú crees, Marichonchi, que ya estoy profundamente enferma?... ¿y si me ha atacado el cáncer de la copla quebrada?... ¿y si acaso padezco de úlceras al dente o acné  recién macerado entre la lejía y un terceto sin rima?... que estar al borde del colapso emocional siempre me conduce a mezclar almendras con sinalefas, a rustir acrósticos con el ajo bien picado, a hervir los repollos  y las coles entre un salteado de interrogaciones y comillas. ¡Ay, Marichonchi! que mira que yo me conozco y que ya empiezo a preocuparme cuando, de repente, me descubro sólo merendando puntos suspensivos...

 

LOS REGALOS DE AMOR

LOS REGALOS DE AMOR

Para tod@s aquellos que me amáis sin condiciones y que estáis haciendo cábalas para sorprenderme con un original y emotivo presente  para el día de los enamorados, me siento en la obligación de aclararos ciertos puntos:

1º)  No me gustan los ramos de flores, por eso rompí todos los jarrones de mi casa. Si queréis obsequiarme con naturaleza, invitarme al campo, a un barranco cualquiera, al cauce de un río, a la sombra de una higuera recién henchida de frutos. Tampoco sé cuidar, como se merecen, los coloridos geranios, las enclaustradas margaritas o los benevolentes cactus con sus parcas necesidades de mimos. Ya no me queda campo santo suficiente para enterrar tanta semilla baldía dilapidada en tiestos descoloridos.

2º)  Las joyas son otra cosa, sobre todo aquellas fabricadas en metales nobles, lástima que mi epidermis, desacostumbrada a estas poderosísimas caricias, se me torne alérgica, apática, incrédula e indiferente ante el brillo de tales sutilezas inalcanzables. Casi mejor me sigo quedando con lo de siempre: el anillo moldeado de sorpresas que me regala Yolanda, la gargantilla de papel de plata que Alma fabricó en la clase de manualidades, los pendientes que diseñan tus labios cuando me buscas a tientas, tanta pulsera hecha de caricias que me engarzáis, cada día, con vuestra compañía. Joyas tengo suficientes, siempre hay nuevas por estrenar cada segundo.

3º)  Adoro viajar pero desde que ando con los bolsillos vacíos, el pasaporte caducado y la maleta llena de ropa descosida, ya no he diseñado aventura alguna que llegara más lejos del supermercado más cercano. A todo se acostumbran los deseos, las ilusiones se moldean como figuras de plastilina y como yo soy de evasiones gratuitas y esperanza siempre alerta, con poco saldo bancario me es suficiente para viajar a lo más remoto del universo. Si quieres hacerme feliz con una aventura exótica sólo dime si en la jaima de tus brazos el cus-cus sabe, como ya me temo, a dátil enamorado.

4º)  Ya sabéis que soy de libro y música fácil, aunque demasiado exigente para lo inculta y pobre que se me adivina. Prefiero el coro de las porteras, copla en ristre, a ciertas orquestas de sinfonías pluscuamperfectas; el cantautor improvisado que me vende los cupones a los engominados millonarios del estribillo vacío. Prefiero leer el graffiti de mi vecino, con faltas de ortografía y tacos callejeros, a los calculados sonetos de algún poeta arrepentido; me gustan más las historias que tú me cuentas, aunque sean verdad, que ciertos capítulos sublimes de estos literatos de salón. Así que, mejor, no te esfuerces en regalarme las obras completas de algún futuro premio Nobel, ni siquiera la próxima novela que ganará el Planeta, mejor dibújame en la espalda una palabra ambigua, la que tú quieras, y déjala macerar hasta que se haga verso.

Y así podría seguir hasta el aburrimiento total de vuestras neuronas y el crack universal de los grandes almacenes. Si me queréis de verdad seguir regalándome vuestro oxígeno, la luz de vuestra presencia, la algarabía de vuestro silencio más allá de las palabras y los nombres. Que todo cuanto deseo esta ahí, al sur de vuestras manos enamoradas por la vida.

 

EL INTERÉS DE VIVIR

EL INTERÉS DE VIVIR

Desengáñate, Rositamari, a más años que cumplimos más se nos ensancha el corazón, es como lo de las varices que, de tanto bombear sangre por el cuerpo, se dilatan e inflaman como canales de vida incesante. Por mucho que nos hagamos exámenes de inconsciencia, test de incompatibilidad e, incluso, quinielas de maldades con sus alevosías correspondientes, siempre acaba fallándonos el subconsciente del abrazo, la vergüenza ajena, la piedad como símbolo cuasi místico que nos hace entregarnos sin remilgos ni intereses. Mira que yo, todos los años para los Reyes Magos, sólo pido un poco de respeto para mí misma, un interés mínimo para mi ombligo olvidado, un "no" que me sirva como frontera a aquellos que sólo me buscan en los días nublados para acabar olvidándome todas las primaveras. Te cuento todo esto porque sé que me entiendes y que, casi sin saberlo, el destino nos ha puesto en el mismo pantano de desprendimientos, creo yo que, a veces, tan inútiles. Yo sé que no somos las únicas por eso casi estoy pensando si formamos un sindicato que proteja nuestros propios desintereses, que luche, en los tribunales del egoísmo laboral-sentimental-amistoso, por ese mínimo resquicio de dignidad que, para nosotras mismas merecemos; que nos libre de las gozosas amistades que, como garrapatas felices, andan acomodándose en los vértices de nuestra imaginación y nuestros bolsillos. Será imprescindible fijar una cuota de, al mínimo, una bronca al mes, una negativa a la semana y una zancadilla los días de guardar. Vamos a empezar a mirar por nosotras mismas y a darle con la puerta en las narices a más de alguno... ¿Crees que lo conseguiremos sin sentirnos culpables?... ¡Ay, Rositamari, cuánto cuesta, a veces, vivir!

EL DESENCANTO Y EL CHOCOLATE

EL DESENCANTO Y EL CHOCOLATE

Pues sí, Marichu, ya sabes aquello que dicen por ahí: "a grandes males, grandes remedios" y yo digo: "a pequeños desencantos, cotidianos placeres"... que una ya no está en edad de ir perdiendo días,  ni siquiera horas, en lamentar lo que es imposible y, además, no puede ser. Ayer me llevé una desilusión de esas de mínimas dimensiones; un pequeño pinzamiento en la fe que, de vez en cuando, deposito en mis versos; un rasguño en el débil ego de mi alma infantil. La vida tiene estas cosas y dedicarse al modelaje del vacío es un riesgo al que uno acaba acostumbrándose con el paso de los años. Por suerte llevo tantos remiendos en la esperanza que, uno más, tampoco va a acabar con mi afán de dilatarme sílaba a sílaba. Yo sé que nunca va a ser mía la eternidad, no voy a ser de las que aparecen en las antologías literarias de la historia, ni siquiera marcaré un hito en la anarquía de las estrofas, ¿qué le vamos a hacer?... una ha nacido proletaria hasta para la imaginación... Es verdad, Marichu, que yo no necesitaría de premios ni trofeos varios si a estas alturas llegara a fin de mes sin agobios, si esa recompensa "lírica-artística-espiritual" no fuera acompañada de una, pingüe, valoración material con sus euros contantes y sonantes que me permitieran seguir pagando mi hipoteca como Dios o Satán manda. Ahí es donde entra la tristeza, el desencanto, verme los bolsillos vacíos, mes a mes sin otra cosa que llevarme al folio que una desazón de apáticas labores sin futuro. Menos mal, querida amiga, que siempre nos quedará el chocolate. A estas alturas, celulítica perdida, me es indistinto que sea con leche o almendras, a la taza o en pastilla, hirviendo o en helado, de La Vila Joiosa o del mismo Colombia... que una no está para ir con remilgos en las cosas del placer y eso, sí, que no hay tribunal literario que me lo juzgue.

DECISIONES Y PECADOS

DECISIONES Y PECADOS

Ay, Manuelita... que ya me lo dijo mi abuela en su lecho de muerte: "a la vida hay que ponerle agallas y el que no se las pone es carne de eterna angustia". Nos pasamos los años tomando decisiones y nunca sabemos si han sido o son las acertadas. Es muy fácil cubrirse con la eterna excusa de la buena voluntad, del camino del corazón, de la voz de tu alma, de lo que dicte tu conciencia... ¡literatura barata!. Que digo yo, ¿acaso esos perfectos senderos están señalizados con balizas fosforitas como en las carreteras en obras?... ¿acaso esas voces, tan bondadosas como siniestras, son tan machaconas como la de Federico Jiménez Losantos mandándonos al infierno cada día?...¿acaso la conciencia sabe de conductas ejemplares cuando se tienen los bolsillos vacíos?... Mira, Manuelita, que a mí no me convencen estos sicarios de la moralidad, que es muy fácil hablar desde un chalet a orillas de un mar cualquiera, escribir libros bajo un cocotero de tropical sombra o dar consejos desde un despacho redondo con ventanales orientados hacia la primavera del mundo. Por eso, yo ya no quiero machacarme la conciencia, creo que me voy a hacer desobediente y descarada, macarra y pecaminosa, maleducada y golfa... digo yo que con todas las misas que me he tragado, las charlas del resto de religiones (legales o no), los saludos que he lanzado sin respuesta, los besos que he regalado sin devolverme el mínimo afecto, los castigos que me he auto infringido por no salirme del rebaño y decir "beeee" cuando yo quería decir "¡a tomar viento!" ....¡ que la salvación la tengo asegurada!, que yo he sido de las que se arrepienten hasta de los pecados que nunca he cometido y ahora que dice el Papa que el limbo no existe tendré más posibilidades para ser candidata al paraíso o, mejor diré como mi abuela: "Yo me quiero ir al infierno que allí es donde van los artistas y los toreros"... Manuelita, hija... ¿me estás escuchando?...

AFORTUNADA VIDA

AFORTUNADA VIDA

Yo, que he querido engendrar cadáveres,

se me ha otorgado el don de la vida.

¿Qué extraño dios ha hecho de mis vísceras

un profundo proyecto de amor?

MAL CAFÉ

MAL CAFÉ

Me es indiferente que te apetezca sacarina

o que el expreso te venga largo de leche,

lo que no soporto es que metas

la cucharilla en otra taza.

OTRO AÑO MÁS

OTRO AÑO MÁS

Así, como si un vendaval hubiese arrancado todas las hojas del calendario, un año más se nos acumula en la memoria, entre las costillas y el estómago, entre la apatía y la indiferencia. Entramos en el nuevo deseándonos felicidad, prosperidad, paz, amor universal... yo sólo me conformo con seguir viva dignamente, respirar en libertad dentro de la cárcel de mis pulmones y dejar que la esperanza, de vez en cuando, se instale entre mis manos para vivir una temporada con la euforia de la espera inocente. Si miro al mundo, pocos cambios se auguran para este nuevo número en el almanaque (no quiero ser catastrofista pero ya los años, con su enconada experiencia, nos van dando esa incredulidad que, como un cáncer, acaba destruyendo todo síntoma de irracional fe). No hay fechas importantes para el odio, ni para la violencia, no existe el día de la celebración del alto el fuego, del fin del hambre, de la parálisis del asesino... no existe un congreso especial para la instauración del abrazo, del respeto, del beso... Allá donde se posan mis ojos sólo hay humo y sangre, mujeres que siguen siendo maltratadas, otras encerradas en sus prisiones de burka, masacres en Zimbawe, en el Congo, en Gaza... muerte y más muerte de inocentes mientras el poder sigue impasible celebrando un año nuevo a golpe de himno y anillos de oro para la buena suerte. Seguramente no os merecéis una perorata tan crudamente triste después de la resaca de las uvas pero yo soy: imprevisible y estridente, habitante certera de la oscuridad de los pozos y vecina aspirante a paraísos que, cada vez, me resultan más ajenos. Ojala tenga que tragarme, algún día de estos, esta negatividad que me habita, mientras tanto, ya sabéis: Amor y Firmeza, lo demás es humo que se llevan los calendarios en su tránsito.

DESMONTANDO EL BELÉN

DESMONTANDO EL BELÉN

Ya sabemos eso de que la Navidad es el caldo de cultivo perfecto para todo tipo de manifestaciones pseudo-artísticas, cutreces espiritosas y, sobre todo, bolsillos generosos que no saben ni de crisis ni de refinamiento ahorrativo. La Navidad es el placebo perfecto para curarnos las malas acciones de todo el año; digamos que si somos capaces de compartir un agrio y forzado buenos días con esa vecina pesadísima o si echamos dos tristes céntimos en la hucha de Cáritas ya estamos redimidos para los once meses siguientes en los que podemos hacer todo tipo de gamberradas... ¡Cómo hecho de menos mis creencias religiosas!...¡Aquella fe infantil y pueblerina que me hacía encender velas azules alrededor de un pesebre!...¡Esa esperanza de saberme cercana a esos paraísos irracionales y añorados en los que todos fuéramos, como predicaban, hijos de la misma verdad!... Luego la cosa cambia, creces en preguntas y entras en el mundo irreverente de la realidad impuesta y te dedicas, no sin cierta mofa, a ir desmontando ídolos, belenes y ese edén misterioso donde las manzanas supuran pecados eternos. Por eso y, para no abandonarnos en las melancolías propias de estos días, os invito a los MONÓLOGOS DE BELÉN a cargo del Taller de Teatro de la Concejalía de Juventud de Elda, esta noche en el Centro Cívico a las 22’00 horas. Ya sabéis: para gente sin complejos, sin traumas ni falsas conciencias. La mejor forma para celebrar que, si seguimos vivos, hay que alegrarse por ello.

¡QUÉ DE VIRUS!

¡QUÉ DE VIRUS!

Que sí, Leti... que los virus van y vienen, se mutan, se desmutan, se engrandecen y aprenden hasta biología cuántica para ser cada vez más superdesarrollados y poderosísimos. Que me lo dijo a mí un médico de esos que les dan el título en una tómbola -todo porque no les quedaban muñecas chochonas- Los virus son seres extraños que conocen nuestro nombre y hasta nuestros agujeros libres donde colarse para hacerse un adosado en nuestro organismo, igual les da hacerse un sobreático en los esponjosos pulmones que un chalet, con vistas al mar, en la mismísima vejiga; ellos son así: invisibles, incordiantes, mal educados, autoritarios (vamos, como alguno gobernante de esos que, Dios me libre, podría  nombrar de repente)... Lo que tú tienes que tener ahora es paciencia, como los yogures y el pan de molde, también el virus se caduca con el tiempo; que él se creerá muy invencible, un Cid de esos que gana batallas aún después de muerto, pero lo cierto es que es más vulnerable de lo que parece: no hay manta ni sudor al que resista y, de vez en cuando, un copazo de coñac, que igual no lo mata pero a ti te anestesia durante un buen rato. Que sí, Leti... que ésto forma parte de nuestra condición humana, pero que sepas que el amor lo cura todo, ahora vas y le dices a tu Juanito que te de un achuchón de esos suyos y ya me contarás, ¡así no hay virus que se resista!... Y que no se te olvide nunca lo que dijo San Papurciano del resfriado alegre: "Virus que nos has de pillar, déjalo volar que seguro que alguien lo sufre más que tú."

VOLVER A SER JOVEN

VOLVER A SER JOVEN

Qué sí, Teresita, que para cabezona yo... que pienso vivir mientras no decida lo contrario la Santa Madre Naturaleza, que todavía tengo yo mis ganas de oxigenarme este calendario que me cuelga en las pestañas, celebrando tanto si caen en festivo como si los atropella la rutina de lo laboral... ¿Te acuerdas cuando parecía que no llegaba nunca el día de tu cumpleaños?... y, ahora, ¿te das cuenta que tienes la sensación de estar siempre cumpliéndolos?... Pues yo me quedo con aquello que dijo Picasso: "Hace falta mucho tiempo para llegar a ser joven"... ¡Qué sabia es la sabiduría de los sabios!... Mira, ya mismo se nos acaba otro año, por cierto ¿este no era de esos de los que iba a llegar el Apocalípsis o que los extraterrestres de planetas lejanísimos iban a destruir el mundo con sus potentes pistolicas láser?... ¡qué pena de humanidad, Teresita, que tienen que inventarse catástrofes para seguir respirando!... y digo yo ¿qué gracia le encontrarán a insuflarnos miedos de eternidades sospechosas?... lo del fin de mundo, los pecados imperdonables, el fuego infernal con sus cuernos y tridentes ha sido la leyenda futurista más expandida de la historia y, si no, ¿de qué iban a vivir las religiones?... mira tú esos pobres Testigos con su "Atalaya" bajo el brazo enganchándose, como apostólica comitiva, a los porteros automáticos... ¿y esos cristianos con los templos medio vacíos, bendiciendo matrimonios que van allí por la foto, por la pamela escarlata y los langostinos entre tules glamurosos?... también conozco a algún musulmán que, de vez en cuando, se le olvida que la pata de jamón la fabrica el cerdo... ¡qué penica, Teresita, tanto que sufrieron nuestros ancestros para darnos un mundo libre y, ahora vamos, y nos apuntamos a las religiones de la castración!... Yo, por eso me he amputado la conciencia, le he hecho un nudo a los miedos y he tirado a los deshechos ,altamente inútiles, todos esos pecados que me andaban lacerando mi esplendorosa vida de mujer madura. Que me queda cuerda para rato, tú ya me conoces, y si yo digo que voy a volver a ser joven es que ya mismo estoy ahí. Y digo yo, Teresita, hija, ¿cuándo vas a explicarnos aquello de: "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero...",  es que no había otra forma de decirlo más a lo simple?... ¡qué raros que sois los poetas y, mucho más las poetisas... si lo sabre yo!

LAS VOCACIONES DEL SUEÑO

LAS VOCACIONES DEL SUEÑO

Lo que yo te diga, Mariví, las profesiones, las tareas y hasta las mismas vocaciones, en toda su intimidad laboral, nos persiguen de por vida. Es como decía mi amigo Rubén Blades : "si has nacido pa martillo, del cielo te caen los clavos"... vamos que tú te puedes negar, uno o mil años a a hacer ojos sordos y oídos ciegos a tu destino infranqueable pero, tarde o temprano, la ecuanime certeza de tu tarea te busca, inagotablemente, por mucho que te arropes en la ignorancia del olvido o en la comodidad de un salario mínimo, austero y desagradecido. Yo sé que en el mundo sólo algunos privilegiados consiguen vivir de su verdadera profesión, valientes que, cerrando los oídos a las críticas y los bolsillos al euribor, se lanzan a la aventura de llenarse el espíritu con la plenitud de sí mismos. ¡Qué alegría, Mariví!... Sí, ya sé que para ti y para otros muchos y muchas, eso sólo es fruto de la inconsciecia de la juventud o de la demencia de la senectud, ¿qué le vamos a hacer si para ti todo ha sido un camino de rosas, de coladas limpias y garbanzos en el remojo de cocinas impolutas?... para otras la decisión no ha sido fácil a pesar de los gritos ahogados que, como un persistente eco, se infiltraban en nuestras venas, no es fácil dejar de pasar el mocho por escribir cuatro versos, ni apilar los platos sucios en el fregadero a cambio de vestirse con las sílabas de Benedetti, ni olvidar la plancha por deshojar claveles con Bizet. A otras, querida Mariví, la vida nos ha premiado con la duda, con el dilema y la desesperanza, con el arrojo y la inconsciencia, con la soledad y la locura del temor a lo imposible. Yo también sé cocinar, no te vayas a creer, además mantengo, medianamente, la pulcritud de mis sábanas y cepillo, con parsimoniosa devoción, el lustre de mis suelos; son tareas que me evocan la soledad de aquella Eva desterrada y me mantienen unida al cordón umbilical de mis ancestras. Algún día habrá que empezar a hacer caso a nuestros sueños, a través de ellos nos hablan nuestras verdaderas misiones en la vida, por cierto ¿te acuerdas cuando querías ser astronauta?...pues, aunque no te lo creas, Houston está a la vuelta de la esquina.

LA LLUVIA

LA LLUVIA

Me gusta pasear bajo la lluvia. De vez en cuando abro el paragüas, me acicalo para el momento y espero, pacientemente, que las nubes se tinten de gris  y encapoten la tarde.

La lluvia me sabe a tardes de infancia tras ventanas inmensas,  descoloridos uniformes oliendo a tizas y a bocadillos de manteca, cuadernos de sumas y lápices sin punta, y esa diapositiva díscola que mostraba el hambre más allá de la esquina.

La lluvia es un refugio para mi tristeza de pájaro herido, para este lamento de cíclica estrategia, para esta vanidad de transitorios enigmas desde donde me desespero del mundo en su primavera invernal.

La lluvia es la respuesta para mi soledad genética, la excusa perfecta para mi llanto hecho canto.